LA DIALÉCTICA

Las palabras “dialéctica” y “dialéctico” son utilizadas usualmente  mas a menudo en un sentido derogatorio mas que descriptivo. La persona que critica a un argumento diciendo, “Es solo cuestión de definición” es también apto para decir, “Esa puede ser verdadera dialéctica, pero...” o, “Solo estas siendo dialéctico”. Implicados en estas observaciones esta el razonamiento el cual, tan excelente o habilidoso como pueda ser, permanece condenado a estar fuera del contacto con los hechos o con la experiencia.

Aun otras quejas en contra de la dialéctica es cuando juega con las palabras,  incurre en interrogantes y cae en contradicciones. Como un termino de desaprobación, “la dialéctica” ha sido utilizada por científicos en contra de los filósofos, por filósofos en contra de los teólogos, y, con igual inventiva, por hombres religiosos en contra de aquellos  que argumentan a los temas concernientes a la fe.

 La temprana Edad Media fue testigo de un conflicto entre los intentos misticos y racionales hacia las verdades de la religión. Para aquellos en los que las experiencias religiosas y las revelaciones eran la única presencia de Dios, condenaban a los dialécticos—los filósofos o teólogos que intentaron utilizar a la razón en lugar de proceder por intuición y visión. Con la Reforma y con el Renacimiento, hombres como Martín Lutero y Francis Bacon se referían a la dialéctica como el lado vano del aprendizaje medieval. Es por su carácter dialéctico que Lutero descarta todas las especulaciones teológicas como sofistas. Bacon, por esa misma razón, marco a la filosofía escolástica como consistente de “ninguna gran cualidad de materia e infinita agitación”.

 Sobre bases que eran comunes al igual que opuestas, ambos místicos y experimentalistas atacaron a la dialéctica como furtil, y de uso vicioso de la mente. Aun cuando admitían que podía poseer algo de virtud, la aprobaban como un método de argumento o prueba, suficientemente propio tal vez en la oratoria forense o debate político, pero completamente fuera de lugar en la procuración de la verdad o en su cercanía con la realidad.

 Una concepción especifica de la dialéctica esta implícita en todos estos criticismo. El dialéctico es un hombre que discute en vez de observar, que se apega a la razón mas que a la experiencia, quien hace implicaciones de lo que se dice o puede ser dicho, presionando una premisa hacia su conclusión lógica o reduciéndola a lo absurdo. Este aspecto de la dialéctica parece ser el objeto de la sátira de Rabelais en la famosa disputa entre Panurge y Thaumast.

 En la perspectiva de aquellos que piensan que la verdad puede ser aprendida solo a través de la observación, por la inducción de particulares, o generalizaciones de la experiencia, la técnica de la dialéctica, lejos de ser un método de encuesta, parece tener virtud solo para los propósitos en las disputas o criticismo. “Las facultades humanas”, escribe Gibbon, “son descalificadas por el arte y la practica de la dialéctica”. Es “el arma común en la disputa”, añade, pero “más efectiva para la detección de errores mas, que para la investigación de la verdad”.

 J. S. Mill describe a “la dialéctica Socrática, tan magníficamente ejemplificada en los diálogos de Platón”, como una “herramienta  para hacer las dificultades de la pregunta... presente ante la conciencia del aprendiz... Era esencialmente una discusión negativa de las grandes interrogantes de la vida y los filósofos”, el continua, “dirigida con habilidades consumadas con el propósito de convencer a todos los que han meramente adoptado los lugares comunes de las opiniones recibidas que no han sido entendidas...

 Las disputas escolares de la Edad Media poseían un tema similar”. En la opinión de Mill, “como una disciplina de la mente, eran en cada aspecto inferiores a la poderosa  dialéctica que formaba a los intelectos de vida Socrática; sino a la mente moderna”.

 Los desacuerdos en la dialéctica vienen no solo de aquellos que la contrastan infavorablemente con los métodos de la investigación empírica o experimental.  Es también hecha por escritores que confían en el poder de la razón para discernir a la verdad intuitivamente y para desarrollar sus consecuencias deductivamente. Sensible a lo que aquí parece ser una paradoja, Descartes escribe en sus Reglas para la Dirección de la Mente: “Tal vez sorprendería al alguien aquí, donde estamos discutiendo como mejorar nuestro poder para deducir una verdad de otra, hemos omitido todos los preceptos de los dialécticos”. El dialéctico puede proceder solo después  de que se le han dado premisas con las cuales trabajar. Entonces, desde el punto de vista de Descartes, la dialéctica no provee método para establecer premisas o para descubrir los principios iniciales, puede “contribuir en nada al descubrimiento de la verdad... Su único uso posible es para servir para explicar  en tiempos más fáciles para  otros, las verdades que ya hemos descubierto; entonces esto debería ser transferido de Filosofía a la Retórica”.

 La conexión de la dialéctica con las disputas y la retórica, tienen algunas bases en los hechos históricos que muchas de las técnicas de la dialéctica, originadas con los Sofistas griegos quienes tenían un enfoque primordialmente retórico o forense. Comparable con los retóricos romanos y con los profesores de derecho de una época mas nueva, los Sofistas enseñaban a los hombres jóvenes como defender un caso, como defenderse así mismos en contra de los ataques, como persuadir  a una audiencia.

 Las habilidades en una discusión poseían para ellos un propósito practico, no teórico; no con verdad o conocimiento, sino con éxito en las litigaciones o en las controversias políticas. El cargo familiar que  enseñaba el método permitía al hombre “hacer lo malo parecer una mejor razón”, probablemente exagera, pero sin embargo refleja, la diferencia entre las probabilidades en una disputa y la verdad en las investigaciones científicas. Esto tiene cierta validez en las discusiones de los sofistas y las tendencias derogatorias en la dialéctica cuando es relacionada  con los sofistas.

 Pero existe otro hecho histórico que posiciona a la dialéctica en otra visión. En la tradición de las artes liberales, especialmente en su desarrollo romano y medieval, la “dialéctica” y la “lógica” son nombres intercambiables en la disciplina la cual, junto con la gramática y la retórica, comprende a las tres artes liberales conocidas como el “trivium”. En su tratado Sobre la Doctrina Cristiana Agustín usa a la palabra “dialéctica” en este sentido. Cualquier otra cosa que signifique, la identificación de la dialéctica con la lógica implica su distinción de la retórica y ciertamente de los sofistas.

 Aun Agustín no fracasa en observar el mal uso de la dialéctica que se desfasa hacia el nivel de los sofistas. “En su uso”, él declara, “debemos nosotros protegerla del amor, y de la vanidad infantil de atacar a un adversario. De aquí es de donde se derivan los llamados sofismos”, el continua, “inferencias en el razonamiento que son falsos, y aun así tan cercanos a una imitación de la verdad, para confundir no solo a todas las personas, sino a los hombres astutos también, cuando no se encuentran en guardia”. Él da un ejemplo en le caso de un hombre diciendo a otro, “Lo que yo soy, tu no lo eres”. El otro hombre puede retomar esto penando, como lo apunta Agustín, que “la proposición es parte cierta, un hombre siendo rebuscado y el otro simple”. Pero “cuando el primero añade: Yo soy un hombre” y  “el otro da por sentado esto también, entonces el primero hace su conclusión: Entonces tu no eres un hombre”.

 Según Agustín, “este tipo de discusiones sin sentido” no deberían ser llamadas dialéctica, sino sofistas. Él hace el mismo tipo de observación acerca del abuso de la retórica en el lenguaje, el cual “solo se enfoca en la ornamentación verbal mas que en su contenido con seriedad y propósito”, Esto, también, él piensa, debería “ser llamado sofista” para evitar asociar el nombre de la retórica a una mala aplicación de este arte.

 La dialéctica para Agustín es el arte que “lidia con las inferencias, y las definiciones y divisiones” y “es de gran asistencia en el  descubrimiento de los significados”. La retórica, por otra parte, “no es para ser utilizada en la aserción de los significados, sino para ahondar en el significado cuando ya ha sido acertado”. La dialéctica, en otras palabras, esta divorciada del propósito practico de empezar y ganar una discusión, y dando estatus teórico como un método de encuesta.

 Esta concepción de la dialéctica se origina en los diálogos de Platon. No siendo el un Sofista, ni por profesión o por su enfoque, Socrates encontró otros usos para los recursos analíticos y argumentativos inventados por los Sofistas. Las mismas habilidades de la mente que fueron prácticamente útiles en la formación publica y en las cortes de ley pudieron ser utilizadas o adaptadas para la clarificación y para la precisión en discusiones especulativas. También pudieron  ser utilizadas para encontrar las verdades implícitas en las convicciones comúnmente expresadas de los hombres y para desplegar los errores causados por la falta de definición en los discursos, o la falta de rigor en el razonamiento.

 En El Sofista Platón separa a los filósofos de los sofistas,  no por sus distinciones en método, sino por las diferencias en el uso que cada uno hace de la misma técnica. Y en La República, una de las razones que da Socrates para posponer el estudio de la dialéctica hasta la edad de 30 años en los jóvenes, “cuando por primera prueben el sabor en sus bocas, discusiones por diversión”, y “como cachorros, se regocijen en jalando y atacando a todos aquellos que se les acerquen”. Como un resultado de hacer disputas vanas, ellos “se aventuran en el camino de no creer en nada en lo que antes habían creído, y entonces, no solo ellos, sino la filosofía y todo lo que se le relaciona es apta para  no poseer una mala reputación con el resto del mundo... Pero cuando un hombre empieza a envejecer, no será mas culpable de dicha locura; él imitara a los dialécticos que buscan la verdad, y no a los sofistas, que contradicen a favor del entretenimiento”.

 En las manos de los filósofos, la dialéctica es un instrumento de ciencia. “Existe”, según Sócrates, “ningún otro método para comprender por ningún proceso toda la verdadera existencia acerca lo que cada cosa es, en su propia naturaleza”. Va mas allá de las artes en el mas bajo nivel, “que se preocupan de los deseos u opiniones del hombre,  o son cultivadas con una visión hacia la producción  y la construcción”. Así mismo trasciende a las ciencias matemáticas, las cuales, mientras “poseen cierta aprehensión del verdadero ser... dejan una hipótesis que dejan sin examinar, y son incapaces de dar cuenta de ello”. Utilizando esto como “ayudas o servicios”, la dialéctica “va directamente al primer inicio  y es solo la ciencia que trabaja con hipótesis para poder hacer sus bases más seguras”.

 La dialéctica de Platón tiene un camino hacia arriba y hacia abajo que de alguna forma se asemeja al proceso inductivo de la mente con los hechos y principios, y el proceso deductivo de los principios hacia las conclusiones que valida. La dialéctica, dice Sócrates, asciende utilizando hipótesis “como escalones y puntos de partida hacia un mundo que se encuentra por encima de la hipótesis, por escalones sucesivos desciende de nuevo sin la ayuda de ningún objeto sensible, de ideas, ideas pensadas, y en ideas es que desciende”.

 Mientras que la disciplina busca a la verdad, la dialéctica incluye a toda la lógica. Se preocupa por cada fase del pensamiento: con el establecimiento de definiciones; la examinación de las hipótesis en la visión de sus presuposiciones o consecuencias; la resolución de dilemas surgientes de la oposición en el pensamiento.

 En cualquier parte para Platón la dialéctica es mas que solo la lógica, para Aristóteles es menos. La dialéctica es mas que un proceso por el cual la mente va desde un mito a una fantasía, percepción y opinión, a la más alta verdad. Para Platón es el optimo fruto del trabajo intelectual—el conocimiento en si, y en su forma suprema como para una visión de ser una unidad. Es por esto que Sócrates la hace el optimo estudio en el currÍculum propuesto para entrenar a los guardianes que se convertirán en los reyes filósofos. La “Dialéctica”, él dice, “es una copia fiel de las ciencias, y posicionada sobre ellas; ninguna otra ciencia puede ser posicionada mas alto—la naturaleza del conocimiento no puede ir mas allá”.

 Para Aristóteles, la dialéctica, lejos de ser el clímax del la ciencia y la filosofía, recae en su base, y debe ser cuidadosamente distinguida de los sofistas, a los cuales se asemejan en su método. “Los Dialécticos y Sofistas asumen el mismo conocimiento que los filósofos”, Aristoteles escribe, “para los sofistas es la sabiduría  la que existe solo en semejanza, y los dialécticos acogen a todas las cosas en su dialéctica, y el ser es común para todas las cosas; pero evidentemente su dialéctica acoge a estos objetos porque son propios para la filosofía, pero la filosofía difiere de la dialéctica en su naturaleza de la facultad requerida y de los sofistas con respecto al propósito de la vida filosófica. La dialéctica es meramente critica donde la filosofía dice saber, y sofista es lo que parece ser filosofía pero no lo es”.

 Según Aristóteles, la dialéctica no es en sí una ciencia ni tampoco un método de la ciencia. Es esa parte de lógica o método que trata como Tópicos, y difiere del método científico expuesto en los Análisis Posteriores como argumentos en la esfera de opinión y posibilidades que difiere de la demostración científica.

 A diferencia de las conclusiones de la ciencia, las conclusiones del razonamiento dialéctico son solamente probables, por que están basadas en asumsiones mas que verdades auto evidentes. Desde otras y opuestas asumsiones  no pueden ser excluidas, una conclusión dialéctica es usualmente opuesta por otra en un asunto de probabilidades competitivas.

 Intermediando entre la ciencia y la retórica, la dialéctica puede servir a ambas. Además de su empleo practico en la ciencia forense, es también útil en las ciencias filosóficas por que desarrolla habilidades en la fabricación y critica de las definiciones, y en preguntar y contestar interrogantes. “La habilidad  para proponer dificultades en ambos lados de un asunto”, Aristóteles dice, “no hará detectar mas fácilmente la verdad y los errores acerca de varios puntos que surgen”.

 El pensamiento es primordialmente un método de discusión con asumsiones y el trato con disputas que surgen por asumsiones contrarias, la dialéctica también se preocupa por los puntos de partida de las discusiones. Los Tópicos consideran como las asumsiones son escogidas,  lo que las hace aceptables, y que es lo que determina sus probabilidades. Aquí de nuevo Aristóteles muestra como los filósofos pueden hacer uso de la dialéctica.

 Existen cuatro principales exposiciones de la dialéctica en la tradición de los grandes libros. Es primordialmente una concepción en el pensamiento de Kant y Hegel al igual que en las filosofías de Platón y Aristóteles. Con diferencias que pueden ser más importantes  que sus similitudes, el trato de Kant se asemeja a la Aristotélica, a la Hegelica y la Platónica.

 Como la división entre  la Analítica Posterior y los Tópicos en el Órganon de Aristóteles, la lógica trascendental de La Critica de la Razón Pura de Kant recae en dos partes—la analítica y la dialéctica. La distinción entre su lógica trascendental y lo  que Kant llama “lógica general” es discutida en el capitulo de LÓGICA, pero  aquí debe ser observado que para Kant “la lógica general, considerara como un órganon, debe siempre ser una lógica de ilusión, esto es, ser dialéctica”. Él piensa que los antiguos utilizaban a la palabra “dialéctica” con este sentido, para significar “un arte sofistico para dar ignorancia, aun sofistas intencionales, el colorido de la verdad, en el cual la dureza del proceder que requiere la lógica era imitada”. Para sus propios propósitos, sin embargo, él desea que la “dialéctica” pudiera ser entendida “en el sentido de una critica de ilusiones dialécticas”.

 Cuando se encuentra con su propia lógica trascendental, entonces, él la divide en dos partes. La primera parte lidia  con “los elementos del  puro conocimiento del entendimiento, y con los principios con los cuales ningún objeto puede ser pensado del todo”. Esta es la “Analítica Trascendental, y al mismo tiempo una lógica de la verdad”—una lógica de la ciencia.

 Cuando es mal utiliza, “el ejercicio de entendimiento puro se convierte en dialéctica. La segunda parte de nuestra lógica trascendental”, Kant escribe, “debe entonces ser una critica de ilusiones dialécticas, y esta critica nos debemos referir como Dialéctica Trascendental—sin querer decir que es un arte para producir ilusiones dogmáticas (un arte que es desafortunadamente muy recurrente entre los practicantes de la metafísica), sino como una critica de entendimiento y razón con respeto a su uso hiperfísico”.

 Kant va mas allá que Aristóteles en separar a la dialéctica de la ciencia. Con respecto al mundo sensible o fenomenal de la experiencia, la ciencia es posible; con respecto a la misma estructura de la mente, la forma suprema de la ciencia es posible. Pero cuando la razón trata de utilizar sus ideas para otros objetos, y luego los trata “como concepciones de cosas existentes, su forma de aplicación es trascendental y delusiva”. Kant explica que “una idea es empleada  trascendentalmente, cuando es aplicada a un objeto falsamente creído... para corresponderle; inminentemente, cuando es aplicada solamente para el empleo del entendimiento en la esfera de la experiencia”; y él mantiene que cuando las ideas son usadas trascendentalmente, no dan lugar  a la ciencia, sino “asumen un carácter falaz y dialéctico”.

 Una conclusión del razonamiento dialéctico, según Kant, es opuesto con una conclusión igualmente aceptable  a la razón—“una antagonía perfectamente natural”—como en las antinomias de la razón pura; o, como en el paralogismo, el razonamiento hace especulaciones que pueden mostrar “concluir falsamente, mientras que la forma es correcta y exepcionable”. En este balance de la razón en contra de sí misma recae el carácter ilusorio de la dialéctica trascendental.

 Donde Aristóteles reconoce que la razón puede ser empleada en ambos lados de una interrogante por que involucra probabilidades en competencia, Kant  llamando a la dialéctica “una apariencia lógica” explícitamente subraya que “esto no significa una doctrina de probabilidad”. Él mas adelante distingue lo que  llama “apariencia ilusoria trascendental” de la “apariencia ilusorio empírica” y la “ilusión lógica” ordinaria. Las dos ultimas pueden ser corregidas y totalmente removidas. Pero “la ilusión trascendental, por el contrario”, él escribe, “no deja de existir aun después de haber sido expuesta y su vacío ha sido claramente percibido por medio del criticismo trascendental”.

 La razón para esto, Kant explica, es que “aquí tenemos que trabajar con una ilusión natural e inevitable, que descansa en los principios subjetivos, y se impone ante nosotros como objetivo... existe, entonces”, el continua, “una dialéctica natural e inevitable de la razón pura” que surge por que la mente busca contestar interrogantes "conocidas que son imposibles de contestar”, como “es que los objetos existen”, o “como la naturaleza de las cosas esta subordinada a principios”. En su esfuerzo para trascender a la experiencia –“en desacuerdo con todas las advertencias del criticismo”—la mente no puede escapar la frustración, la ilusión dialéctica “la cual es un anexo inseparable de la razón humana”. No es, Kant repetitivamente insiste, que “las ideas de la razón pura” sean “en su propia naturaleza dialécticas; es solo que después de su mal empleo que las falacias y las ilusiones surgen”.

 Para Hegel como para Platón la dialéctica se mueve en el espectro de la verdad y de las ideas, no es en las probabilidades y en las ilusiones. Pero para Hegel la dialéctica es siempre un proceso de la mente, o de la Idea, en interminable movimiento hacia la verdad absoluta—nunca resistiéndose en la intuición de esa verdad. La Idea, escribe, “es auto determinante, asume formas sucesivas que sucesivamente trasciende; y por este proceso trascendental en sus tempranas etapas, gana afirmativa, de hecho, más rica y más concreta forma”.

 El proceso dialéctico es un movimiento en donde las verdades contrarias y defectuosas son armonizadas. La síntesis de tesis y antítesis resulta  en una mas completa verdad. Para ilustrar su significado, Hegel utiliza el ejemplo de construir una casa. Para dicho propósito, debemos tener “en primer instancia, un enfoque subjetivo y un diseño” y como medios, “las diversas substancias requeridas para el trabajo –hierro, madera, piedras”. La obtención de estos  materiales acordes para nuestro propósito, hacemos uso de los elementos: “fuego para fundir el hierro, viento para soplar al fuego, agua para hacer mover las ruedas, para poder cortar la madera, etc.”.

 Aun así la casa que construimos es, según Hegel,  un opuesto o antítesis de estos elementos. “El viento, que ha ayudado a construir la casa, es bloqueado por la casa; entonces también existen la violencia de la lluvia y las inundaciones, y los poderes destructivos del fuego. Las piedras y vigas obedecen a la ley de la gravedad –presionadas hacia abajo—y aun así grandes muros son levantados”.  El resultado es que “los elementos han hecho uso en concordancia con su naturaleza, y aun cooperan para hacer un producto, por el cual su operación esta limitada”. La oposición inicial entre la idea de una casa y los elementos es reconciliable en la más alta síntesis, que es la casa en sí.

 Mientras que muestra la tesis opuesta y la síntesis resultante, este ejemplo no exhibe completamente el carácter dinámico de la dialéctica Hegelica. Si la síntesis resultante no es la completa verdad, debe también ser defectuosa y requerir un suplemento por un contrario, el cual es defectuoso en un sentido opuesto. Estos dos juntos luego se convierten en el material de una síntesis mas elevada, otro escalón en el continuo proceso dialéctico que es la vida de la mente –ambos la dialéctica subjetiva de la mente humana y la dialéctica objetiva de la Mente Absoluta o la Idea.

 El comentario de significado común que corre a través de estas cuatro concepciones de la dialéctica puede ser encontrado en el principio de oposición. En cada uno  la dialéctica inicia o termina con algún tipo de conflicto intelectual, o se desarrolla y luego resuelve dichas oposiciones.

 Para Kant la oposición dialéctica toma la forma extrema de contradicciones irreducibles de las cuales la mente no puede escapar. “Es una reflexión melancólica”, él declara, “que la razón en su más alto ejercicio, cae en una antítesis”.

 Eso es por que “todos los argumentos enunciado por la razón pura trascienden a las condiciones de la posible experiencia, mas allá de la esfera en la que podemos descubrir ningún criterio de la verdad, mientras que ellas se encuentran en el mismo lapso de tiempo en concordancia con las leyes del entendimiento, que son aplicables solo a la experiencia; y a pesar de ser el hecho de todas las discusiones especulativas, que mientas una parte ataca al lado más débil de su oponente, el inevitablemente muestra abiertamente sus propias debilidades”.

 La oposición dialéctica para Aristóteles se origina en los desacuerdos que ocurren en las discusiones humanas ordinarias. Pero solo cuando los desacuerdos son razonables, solo si existen dos bandos a la discusión en disputa, entonces la razón puede operar dialécticamente solo con referencia  a temas genuinamente discutibles. Los tópicos familiares concernientes en los que los hombres desacuerdan, presentan los puntos comunes de la dialéctica,  si en la mayor parte están conformadas de proposiciones debatibles o interrogantes. “Nadie en sus sentidos”, Aristoteles piensa, “haría una proposición en la cual nadie cree; tampoco causaría un problema de lo que es obvio para  todos o para la mayoría de la gente”. Cada una de las opiniones conflictivas tendrían entonces algún tipo de probabilidad. Aquí el proceso dialéctico no termina en síntesis de un opuesto incompleto ni en un rechazo de ambos como ilusorios; sino, teniendo “una visión para la opinión general”, que buscar acertar en un punto de vista más razonable –el más tenaz o probable de las dos.

 En la teoría Platónica de la dialéctica, el elemento de oposición aparece en la tensión entre el ser y el convertirse, el único y los muchos, o el intelecto y lo sensible, que se encuentra presente en cada etapa del acento dialéctico de la mente para la contemplación de las ideas.

 Tan fundamental en esta tensión que Sócrates la utiliza para definir a los dialecticos como aquel que “es capaz de ver al Único entre los Muchos en la Naturaleza –al comprender “particulares en una idea” y dividirla en “especies según su formación natural”. Aquí al igual que en la teoría Hegelica las oposiciones –contradicciones aparentes en discusión—pueden ser resueltas por la dialéctica, y pesar de que su resolución en la mente se eleva a un nivel mas alto.

 Es solo en los escritos de Hegel o de sus seguidores que el significado de la dialéctica no esta limitado a la actividad del pensamiento humano. Hegel expresamente advierte que “la dialéctica más suave. No es una actividad del pensamiento subjetivo aplicado a algún asunto externamente, sino la misma alma de la materia desplegándose en ramas y frutos orgánicamente”. Es “el desarrollo de la Ideas”, que es “la propia actividad de su racionalidad”. Si todo el mundo en su existencia y desarrollo en el pensamiento y pensando de una Mente Absoluta, o la Idea, entonces los eventos de la naturaleza y de la historia son momentos en un proceso dialecto de proporciones cósmicas. Los principios de la dialéctica se convierten en los principios de cargo, y el cargo en si es concebido como un progreso o evolución de lo mas bajo a lo mas alto, de una parte a un todo, de lo indeterminado a lo determinado.

 El patrón dialéctico de la historia, concebido por Hegel como una objetividad progresiva de un espíritu, es construido por Marx en términos del conflicto de las fuerzas materiales. Marx explícitamente contrasta su dialéctica  con la de Hegel. “Mi método dialéctico”, él escribe, “no es solo diferente del Hegeliano, sino es directamente opuesto"” Hegel, él dice, piensa que “el mundo real no solo la forma externa y fenomenal de “la idea”, donde su propia visión es que “lo ideas no es nada mas que el mundo material reflejado por la mente humana, y traducido en formas de pensamiento”.

 Sin embargo, con alusión a la dialéctica, Marx condena a Hegel por ser “el primero en presentar su forma general de trabajar en una forma comprensible y consciente”. El único problema es que con Hegel, la dialéctica “esta de cabeza”. Entonces debe “ser volteada de nuevo”, una revolución con la que Marx piensa que ha logrado en su materialismo dialéctico.

 Poniendo a la dialéctica sobre sus bases propias, Marx construye a la historia completa en términos de conflictos de fuerzas materiales, o de clases sociales en un una escalera económica, según un patrón dialéctico que provee “reconocimiento del estado existente de las cosas, al mismo tiempo también reconoce la negación de ese estado, y de su descomposición inevitable”.  La historia es vista dialécticamente “como un fluido en movimiento”, aun es también concebida como un trabajo hacia un fin definido.

 En el vocabulario de Marx la frase “materialismo histórico” y “materialismo dialéctico” son estrictamente sinónimos. Pero Marx protesta al contrario argumento, una comparación de Marx y Hegel parece mostrar que una historia dialéctica es igualmente capaz de ser concebida en términos de espíritu o materia.

 La interrogante si la dialéctica de la naturaleza al igual que la dialéctica de la historia permanece en un punto de controversia en el pensamiento Marxista. Consideraciones relevantes para los Hegelicos o la dialéctica Marxista podrá ser encontrada en el capitulo de HISTORIA Y PROGRESO. Sin juzgar los puntos que Hegel y Marx han dando a lugar en el pensamiento del ultimo siglo, puede ser permisible reportar que casi aversiones casi violentas se han producido.